¿Qué dirá el mundo? No. Esa no es la pregunta
¿Qué nos diremos nosotros? Sí, más bien. Y nos tendremos que dar una respuesta pronto.
¿O seguirá siendo el País de la Mudez? Estáticos. Acosados por bravos. Sitiados por mafias. Prepoteados por súbitos virreyes Cisneros que no terminan de irse.
Y nosotros de matarnos. Moreno en agua. Dorrego en tierra. Quiroga en coche. Urquiza en casa, etc. Aquella balacera del siglo 19 fue de órdago. Cuando calmó tanteamos ser civiles. Primero “a lo caníbal”: hasta “crudos” y “cocidos” hubo entre nos.
Pero zafamos y sobre el pucho nos sacamos la Grande. Estalló la Gran Guerra y vino a poblarnos el mejor turismo golondrina: el desesperado, el soñador, el hambriento, el atrevido, el tenaz. No era un páramo.
Al menos Sarmiento y otros habían preparado algún almácigo. Bastó medio siglo de pico pala, escuela pública, cosechadora, lágrimas, sudor y sangre, para civilizar el país y situarlo en la cabeza del pelotón del mundo. Milagro grande fue. Pero breve. En un derepente de 1930 imbécil y bárbaro un general (Uriburu) pateó la Constitución y cortó el país en dos. Y de esa, su soldadesca prusiana, floreció pícaro un oficialito de otro molde. Hijo natural. Boxeador y esgrimista. Lector de Plutarco. Ahijado (por mitades) de Fierro y Vizcacha. Hombre de ideas copiar y hombres captar. Tras Gran Guerra 2, la suerte que es grela (y además Eva) le regalan la historia...... mas....
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