por Ignacio Cosído
Dos años de gobierno socialista han logrado ponerlo todo patas arriba. En la España de Zapatero nada es ya lo que parece. Las palabras se emplean en sentido contrario a su verdadero significado. A una misión de guerra Zapatero la denomina misión humanitaria. La negociación política con los terroristas es para el Gobierno un proceso de paz. El centro político pasa a llamarse ahora extrema derecha. Los inmigrantes ahogados en el Atlántico son efectos colaterales. Una reprimenda en el Consejo Europeo es para Rubalcaba un espaldarazo a la política de inmigración española y los reproches casi unánimes de los ministros de Interior europeos son producto, según Caldera, de la envidia que siente nuestros socios por su gestión.
En la España invertida de Zapatero el Gobierno se dedica a hacer oposición del pasado y la oposición a proponer las medidas que debería proponer el Gobierno. El Gobierno se afana en crear problemas y la oposición en tratar de solucionarlos. Cuanto más se busca un consenso por parte del Gobierno, mayores son los insultos y las descalificaciones hacia con quiénes se busca el acuerdo. El dialogo se convierte así en un arma para arrojársela al contrario.
En la España invertida de Zapatero el Gobierno se dedica a hacer oposición del pasado y la oposición a proponer las medidas que debería proponer el Gobierno. El Gobierno se afana en crear problemas y la oposición en tratar de solucionarlos. Cuanto más se busca un consenso por parte del Gobierno, mayores son los insultos y las descalificaciones hacia con quiénes se busca el acuerdo. El dialogo se convierte así en un arma para arrojársela al contrario.
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