Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes solo necesitan saber a dónde van. José Ingenieros

viernes, septiembre 22, 2006

EL DESAFIO DE LA POBREZA

"Sugiero una lectura cuidadosa de uno de los lideres liberales a escala mundial." Ricardo López Murphy






Libertad: El Mejor Remedio
contra la Pobreza
Otto Graf Lambsdorff

Traducción del inglés por Juan Carlos Hidalgo


1ra. Parte



El Desafío de la Pobreza
La pobreza masiva continúa siendo un desafío para la comunidad
global. De acuerdo con el Banco Mundial, 1.200 millones de personas
vivían en la pobreza absoluta en 1998, es decir, con un ingreso inferior a $1 al día, casi la mitad de ellos en el sur de Asia. Aunque la pobreza ha disminuido un poco, todavía constituye el principal desafío de la humanidad.
Las consecuencias de la pobreza son tan perniciosas que merecen
ser repasadas: Primero que todo, la pobreza tiene un efecto
deshumanizador. Diariamente inflige sufrimiento a través del hambre
y la frustración constante de incluso la más mínima de las
aspiraciones. La pobreza ataca a las personas ya que empuja a algunos
hacia la violencia, y además envenena las relaciones humanas,
especialmente dentro de la familia. La pobreza es un factor importante
en la violencia contra las mujeres. Cuando la mayoría de los pobres
salen adelante, uno de los cambios más destacados que mencionan
las mujeres en las villas del Sudeste Asiático es que existe una mayor
armonía dentro de la familia, es decir, menos violencia doméstica.
La pobreza evita que los pobres materialicen su potencial humano
inherente. Sin acceso a la educación, los pobres ven seriamente
restringidas sus posibilidades de desarrollar sus talentos, su
capacidad, y su productividad. En una época en que se habla mucho
sobre la importancia de la educación y del desarrollo del recurso
humano, los miles de millones de personas que han quedado fuera
de estas oportunidades representan un desperdicio de potencial
humano a una escala masiva — para los individuos, pero también
para la sociedad como un todo. Mucha gente no se da cuenta de la
importancia de esta situación, se inquietan por la sobrepoblación y
creen que ésta es un gran problema. La pobreza masiva se convierte
entonces en culpa de los pobres — un enfoque verdaderamente cínico,
y que discrepa en mucho de la experiencia histórica y la teoría
económica. Ningún país rico se ha empobrecido debido a un
aumento en la tasa de natalidad, y el crecimiento económico siempre
ha sido impulsado por ciudades densamente pobladas, no por las
áreas rurales con poblaciones dispersas. La teoría económica nos
enseña que la creación y distribución del ingreso nacional es un
proceso dinámico, que depende de diversas variables, de las cuales
el tamaño de la población es solo una — y una que de hecho tiene
una influencia positiva si aceptamos que cada persona tiene el
potencial de contribuir al desarrollo económico y social. El
crecimiento de la población es visto como un problema únicamente
en aquellas sociedades que han creado sistemas disfuncionales que
producen estancamiento en lugar de dinamismo, y que no permiten
que la gente desarrolle su potencial. Dichos sistemas disfuncionales
exacerban el problema ya que generan incentivos perversos para
que los pobres tengan familias más grandes, como una especie de
seguro para la vejez y mano de obra adicional para expandir el
ingreso familiar marginal.
La pobreza tiene serias ramificaciones políticas. Obliga a que la
gente participe en relaciones desiguales que limitan seriamente su
libertad, y los expone sin defensas al comportamiento predatorio de
otros. La lucha que día a día viven los pobres por su supervivencia
usualmente no les deja tiempo para participar en la vida política de
su comunidad o país. Sus intereses no son representados, y por lo
tanto no son atendidos. Usualmente son obligados a aliarse a algún
patrón, ya sea el líder de la villa, el jefe de la barriada, o el agente
laboral: no les queda otra opción que “vender” sus derechos políticos
a un patrón que les brinda a cambio una pizca de seguridad, una
situación que amenaza seriamente a la democracia. Históricamente,
las sociedades se las ingeniaron para transformarse en verdaderas
democracias únicamente cuando la pobreza fue reducida y dichas
relaciones de patrón-cliente se hicieron menos dominantes.
Por lo tanto, la pobreza es un gran desafío para los liberales,
tanto por su visión de la humanidad, así como por su visión de una
sociedad liberal justa. Los liberales creen en el principio de libertad
del individuo y en un conjunto de derechos humanos inalienables.
La pobreza extrema es un ataque diario contra el derecho a la vida
de un individuo, y por ende no puede ser tolerada por los liberales.
Además, una persona que lucha por la supervivencia física cuenta
con muy pocas opciones en la vida donde él o ella pueda experimentar
la libertad individual. La materialización de la libertad individual en
toda la sociedad presupone un alivio de la pobreza masiva.
Desdichadamente los liberales han fracasado en presentar este
punto enérgicamente. También han olvidado las raíces del
movimiento liberal: fue en gran medida un movimiento contra la
dominación feudal que no solo ahogaba la libertad política, religiosa
y cultural, sino también la libertad económica. En su debido momento
se reconoció que esto era causado por la pobreza masiva. Dichas
estructuras de dominación cuasi-feudal todavía existen en muchos
países en desarrollo, aún cuando la nomenclatura de los señores
feudales haya cambiado; a menudo ya no son miembros de una
aristocracia, sino de una clase parasitaria de burócratas y políticos
socialistas que extraen rentas a través de la sobre-regulación y la
corrupción, o mediante el manejo de vastos imperios de industrias y
bancos nacionalizados. El liberalismo podría convertirse en un
verdadero movimiento revolucionario en muchos países en desarrollo
que podría representar las esperanzas y aspiraciones de los pobres
— si los liberales aprenden a hablar su lenguaje y a conceptualizar
reformas en base a sus necesidades.
La respuesta liberal a la pobreza también ha sido obstaculizada
debido a que es, hasta cierto punto, contra-intuitiva. La reacción
humana básica a la pobreza es ayudar a los pobres. En cambio, los
liberales han hablado de la libertad como el objetivo y además como
un instrumento, y para muchos éste es un enfoque muy abstracto.
Detrás de esto yace un gran dilema. En un nivel muy básico,
ciertamente se debe ayudar a aquellos que se encuentran demasiado
oprimidos como para ayudarse a sí mismos. Sin embargo, la ayuda
se puede convertir en una característica permanente, y puede hacer
que las personas se vuelvan dependientes.
Continuara.........

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