RESCATAR SU CULTURA DE VALORES

Los principios del radicalismo son patrimonio de la Nación y deben ser preservados.por Ricardo Lopez Murphy

Diario Perfil 27 - 08 - 06

La Unión Cívica Radical ha expresado históricamente en la Argentina muchos roles y responsabilidades; desde haber sido el partido eje del sistema hasta ser un punto de referencia en términos de organización política y siempre lo ha hecho transmitiendo ciertos valores de cultura institucional.Probablemente, lo que hoy vemos es cómo la crisis del sistema político argentino, sumada a la acción sistemática del oficialismo kirchnerista, ha erosionado a todos los ámbitos de ese partido; pero los valores de la cultura que los fundadores del radicalismo y sus mejores intérpretes le trajeron a la sociedad deben ser preservados necesariamente.En ese aspecto, hay cuatro ejes centrales que merecen ser enfatizados.El primero está referido a la confianza en que es sólo desde las instituciones y su desarrollo, donde se realiza de manera más eficaz una gestión en sintonía con los intereses de una sociedad pluralista y que respeta las reglas democráticas.En segundo lugar, debemos citar la idea de que hay principios que no se pueden entregar en la lucha agonal por el poder; el lema "que se rompa pero que no se doble" tiene ese sentido histórico: no hay adquisición posible por más onerosa que sea la limosna. El nacimiento de la Unión Cívica Radical en la vida política nacional fue precisamente para evitar la prostitución de las costumbres políticas.El tercer elemento decisivo que tuvo y distinguió al radicalismo es el compromiso con la libertad, con la responsabilidad y con la autonomía del ser humano, que está en el corazón de esa vocación por alcanzar la participación política de toda la ciudadanía.El último elemento, no menor dadas las costumbres del pasado y las de hoy, es el profundo compromiso por la moral administrativa. Legado. De todos esos principios, Leandro Alem había marcado la idea a fuego en todos sus seguidores.A ellos, el líder les enseñó que no se debe gobernar para uno ni tampoco para los amigos, sino que se debe gobernar para toda la Nación, respetando la Constitución y el federalismo; y que se gobierna con espíritu generoso y con actitud de concordia.Todos estos valores y principios nada tienen que ver con las prácticas llevadas adelante por el Gobierno nacional.Ni el desprecio por las instituciones, ni la captación de dirigentes de otros signos políticos, ni el desapego por el respeto a las libertades individuales, ni la cada vez más dudosa moral en la administración de esta gestión pueden coincidir con las bases culturales sobre las que fue edificada la Unión Cívica Radical.Hoy asistimos al lamentable espectáculo que dan muchos de los dirigentes del centenario partido al cobijarse inescrupulosamente al calor de la billetera oficial. Para ellos no hay duda de que no hay principios que valgan.Por eso es importante repetir, todas las veces que sea necesario, que la cultura de esos valores es irrenunciable para los que fuimos educados en ella, más allá de lo que las circunstancias de la vida nos obligó a hacer.Esos valores fundamentales son hoy patrimonio de la Nación y es vital que como tales se preserven, a pesar de que el recipiente que los contuvo se haya degradado.