Vengan pasen y vean el genocidio silencioso cometido lenta pero eficazmente sobre miles de jóvenes que se fuman la vida desde los once años.
Y sobre sus víctimas lloradas mediáticamente por unas horas y olvidadas a la semana por un nuevo caso aún más escalofriante: Barrenechea ayer, González hoy, Pérez mañana.El problema de vivir en crisis las 24 horas, los 365 días de todos los años es que ya no se distingue la gravedad de los sucesos ni la punta del ovillo para desarmar la madeja.En las periferias y en el corazón de las grandes ciudades se ”cocina” mucha droga y nada se desperdicia. Se consume en todos los niveles sociales y su distribución responde también a la lógica del mercado: a mayor poder adquisitivo más pureza.
Los “pibes-chorros” del conurbano, que nacen así y antes de tomar la comunión toman “merca”, en realidad consumen el residuo, la basura que vale poco y “pega” mucho y “noquea” más rápido y definitivamente.
La mayoría de esos chicos, si tienen familia identificable, van por la tercera generación subsidiada por el Estado y sus planes de limosna.
Casi ninguno estudia ni trabaja y su día transcurre en una ruleta rusa donde todo se hace posible cuando se parte de la nada y el futuro es la intemperie.En esas calles mugrientas de villas convertidas en guetos se aprende rápido que la muerte te toca en cualquier momento y que antes de que te agarre quieto es preferible encontrarla en “una movida”.Si como dice Eduardo Galeano en su poema Los nadies, sus vidas valen menos que la bala que los mata, ¿qué pierden en disparar primero o qué se juegan en un robo o un secuestro?Antes, en ese tiempo en donde hasta lo peor era mejor, los secuestros extorsivos respondían a la “inteligencia” criminal de bandas que armaban una logística con delincuentes que buscaban melindrosamente la “profesionalización” del delito.Más allá de la suerte que corrían secuestrados y secuestradores se imponían “negociaciones” y la policía adiestró para tales fines expertos en manejo de crisis con dominio psicológico y un lenguaje compatible con los victimarios.Hoy, en Pacolandia, los pibes chorros no tienen lenguaje, tienen dialecto.
Lanzan gruñidos en lugar de frases y no pueden sostener un diálogo porque la basura les consume las neuronas con la misma velocidad con que disparan ante el mínimo reflejo de miedo.
¿Qué inteligencia criminal puede montar la policía?
¿Qué se puede negociar con alguien que no diferencia cifras, códigos y mucho menos el valor que si tiene para otros la vida?Pacolandia existe inserta en Patrialandia.
Ese lugar donde muchos dicen ¡Viva la Patria! Y después votan a señores que tapizan las villas de subsidios para que el abuelo y el padre del pibe chorro voten un día y vivan el resto pidiendo favores.
Si en Pacolandia se hace imposible la inteligencia criminal, en Patrialandia hace rato que se perdió la inteligencia colectiva.
Pablo Rossi
1 comentario:
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GRAN CACEROLAZO ARGENTINO EL 10 DE DICIEMBRE 19 Hs. En el Obelisco. Sin Banderas Politicas.
Basta de Korrupción y Sakeo
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